lunes, 5 de octubre de 2009

Año 487 – La Gran Fiesta de la Espada y El Despertar del Romano

Este año la corte se celebraba en Sarum. Los caballeros y las damas de Salisbury no tenían otra conversación, y los sirvientes trabajaron sin cesar hasta la llegada de la corte del Rey Uther, acompañado por su hijo Madoc y un gran grupo de nobles. Era por todos sabido que el rey no pasaba por sus mejores momentos, y su ánimo andaba decaído tras los últimos fracasos en las batallas contra los sajones.

Los caballeros pronto se enteran que Madoc va buscando voluntarios para partir de saqueo por la costa a perseguir barcos sajones. Sin embargo el interés en la corte es mayor. En la víspera de Navidad, cuando todo el mundo se regala presentes, y los caballeros son obsequiados por sus nobles y por el mismo rey, Madoc regala a su padre un excelente botín de guerras sajonas, incluyendo un estandarte capturado en batalla. El presente es impresionante. Sin embargo algo debería cambiar las cosas esa misma noche. Merlin aparece de repente portando un bulto, y tras presentarse ante el rey, muestra respetuosamente la espada que fue tomada de manos de la Dama del Lago, donde los caballeros jugadores estuvieron presentes.

El regalo es majestuoso. La espada, Excalibur, es de gran poder, y al desenvainarla todo el mundo la admira y queda extasiado por su sólo fulgor. El rey se siente poderoso para reclamar la soberanía a aquellos que se la han negado y anuncia que viajará al norte, a Lindsey y Malahaut para reclamar lo que cree suyo por derecho.

Esa misma noche los caballeros son señalados por el mismísimo Merlín para que cuenten la hazaña de la lucha contra el gigante y el nukalavee, jinete y caballo en un ser de tejido arbóreo… para luego presenciar cómo la Dama del Lago da Excalibur al poderoso druida. Sir Miles da lo mejor de su prosa y el rey queda impresionado.

Tras decidir que los caballeros acompañarán en verano al rey a Lindsey, vuelven a sus señoríos, para que Miles se encuentre con un mensaje de su amigo Sir Hedrens para que acuda a Broad, al sur de Salisbury y dentro del bosque, para ayudarle en un terrible problema.

Al parecer sus tierras se han secado y los animales han muerto. La hambruna ha venido a Broad como una maldición. Miles teme volver a Broad, pues desde que fue de pequeño con su padre sólo recuerda a una joven rubia de ojos azules como el cielo que a menudo se le aparece en sueños y de la que siempre se ha sentido enamorado.

Al llegar a Broad (son recibidos por un criado de origen sajón, llamado Osric) se da cuenta que lo que ve es mucho peor que lo que pensaba. Anne, la amada de la infancia de Miles está pálida y enfermiza y el pueblo muere de hambre. Los pájaros no cantan y no hay niños por las calles. Tras preguntar un poco descubren que todo puede ser debido a una antigua maldición de un general romano que pereció antaño en estas tierras y no descansa en paz. Una cruz regentaba la zona, y dos personas han desaparecido desde entonces yendo a investigar lo sucedido.

Los caballeros se arman de valor y de noche visitan el túmulo del general, donde descubren a un anciano muerto (aldeano) y restos de una ceremonia de invocación. También descubren a un joven aldeano, Edar, que anda vagando por la zona. Tras llevarlo a la aldea, descubren que es Osric el sajón el que andaba detrás de ello, pues una anciana lo ha visto realizando artes arcanas, tras lo que huye a las colinas.

Sin embargo fue superior a nuestros caballeros, pues al intentar alcanzar al sajón en su guarida, este desató toda su magia y lanzó terribles vientos y dos perros del infierno contra ellos, los temibles Barguest sajones, que acabaron con todos ellos, dejándolos fuera de combate y que sólo la intervención divina pudo salvar sus vidas.

Cuando volvieron a Broad totalmente heridos y maltrechos todo el pueblo había sido arrasado por un ejército, como salido de la nada. Hedrens y Anne habían perecido, al igual que todos los habitantes. El pesar llenó el corazón de nuestros caballeros, en especial el de Miles, que entró en una profunda depresión al ver el cuerpo sin vida de aquella preciosidad que en vida fue su amor platónico.

Tan sólo Dios sabe que ocurrirá con las ruinas del señorío de Broad en un futuro, y si aquello que acabó con la vida allí volverá a manifestarse en algún momento.

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