Cuando los caballeros viajaban hacia Londres junto a su señor el Conde de Salisbury, Sir Robert, no eran conscientes de que vivirían en primera persona una serie de jornadas históricas para el devenir de Britania, que daría un giro total a lo que estaba sucediendo hasta ahora en estas tierras.
Cabalgaban nuestros caballeros entrando por el puente de Londres, sobre una espesa capa de nieve. Londres está abarrotado de gente, donde ven que señores de la nobleza de toda Britania han acampado en la ciudad. Londres es un torbellino de soldados, mercaderes, guerreros y caballeros.
Allí se han dado cita, alrededor de la Catedral de San Pablo, el Rey Alain de Escavalon, el Rey Leodegrance de Cameliard, El Rey Centurion de Malahaut, Rey Lot de Lothian y Orkney, Duque Escan de Gloucester, duque Derfel de Lindsey, Conde Sanam de Bedegraine, Conde Robert de Salisbury, Conde Gilbert de Hertford y el Baron Macsen de Lonazep.
La gente está extasiada ante el evento, de origen francés y que se trata de un torneo en el que lucharán los contendientes por el derecho de arrancar la espada Excalibur de la piedra y ser Alto Rey de Britania. De todos los nobles el que parece favorito por su poder militar es el Rey Lot de Lothian y Orkney, con sus guerreros norteños pictos y sus caballeros de las Highlands.
Previo al torneo se realizan juegos de lucha de animales y del populacho, que termina en terribles sangrias de viejas rencillas. Finalmente el heraldo sube sobre un tejado y grita a los cuatro vientos las normas del torneo. Contienda con armas embotadas por honor y por el Reino de Britania. Suenan las trompetas, los nobles alzan sus armas y gritan "Britania", a la vez que los corceles arrancan en pos de la gloria en una terrible batalla campal en el centro de Londres.
Como era de esperar el Rey Lot toma las de ganar, formando en el centro un fuerte contingente de caballeros del norte, y repeliendo todos los ataques. El rey Lot en persona dirige la batalla, entrando en combate con una morningstar y su espada. Maurel y Berel aguardan junto a su señor para dar las órdenes oportunas. Sin embargo, ante la situación, Sir Berel, que desde un viaje que se hiciera al norte para acompañar a Ygraine y Morgana a la boda de esta tomó cierto odio de los pictos, no puede aguantar la ofensa y se encara directamente en la batalla. Ve que el Rey Leodegrance de Cameliard lucha con el rey Lot, en lid personal, y Berel provoca con sus maniobras un terrible error de Lot, que recibe un golpe con el escudo de Leodegrance, haciendo caer al Rey Lot de su montura, y saliendo arrastrando de una pierna. El odio de Lot se palpa en su cara, y se levanta con la cara llena de barro y nieve, rojo de ira para ir a buscar al culpable de tan terrible ofensa, pero unos gritos provinientes de la Catedral de San Pablo paralizan la batalla y todo el mundo se fija en ellos "¡La ESPADA !, ... ¡La Espada !"... "¡Un muchacho ha arrancado la espada!".
Se viven momentos de estupor, de desconcierto, de confusión. Los nobles y el populacho van hacia el patio de la catedral y se encuentran a un jovencisimo escudero con Excalibur en la mano, y junto a él un viejo caballero, Sir Hector de Revel y su hijo, Sir Kay. ¿Quien es ese imberbe?, pregunta Lot, malhumorado. "Es Arturo, el escudero de mi hijo Sir Kay". "¡Que vuelva a hundir la espada! ¡Jamás serviré a un bastardo imberbe como rey!". Maurel se da cuenta que al lado de Sir Hector está una cara conocida, Merlin. Se produce confusión entre la gente. Lot acusa a Merlin de brujería, de ser todo una confabulación del mago. El Rey Leodegrance, Hector, Sir Kay y el anciano Sir Brastias sin dudarlo se arrodillan ante Arturo, que lo ven como su rey.
Vuelven a hundir la espada, y el propio Lot de Orkney vuelve a probar arrancar la espada, sin éxito alguno. también lo intentan otros nobles, sin poder. "¡Dejad al muchacho!".... Arturo saca la espada sin esfuerzo alguno, y en ese momento una luz cae sobre Arturo y la espada, filtrada entre las nubes, que hace que la nieve alrededor de él se derrita y aparezca hierba y flores.
"Alabado sea Dios, ya tenemos Rey!!!" Proclama el obispo Dubricus. Lot y otros nobles se niegan. Leondegrance tras recibir un mensaje parte cabalgando a toda prisa. Su castillo está sitiado en el norte. Arturo, confundido no sabe qué hacer. "Padre!" le dice a Sir Hector... "Yo no puedo ser Rey...". "Ni tu eres mi hijo, ni yo soy tu padre. Merlin el mago te confió a mi cuando eras un bebé.". Arturo pregunta a Merlin "Dime quien es mi padre! Quien soy !!!".
Merlin, se queda pensativo, ante el griterio general, mira a Arturo a los ojos y entre divertido y satisfecho, apoyándose en su bastón, le dice "¿Tu? ... Tu eres hijo de Uther y de Ygraine. Eres el Rey Arturo".
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