El año 490 fue un gran año para los britones, pues se libró la terrible Batalla de Lindsey, de enormes proporciones, donde 5000 britanos al mando del Rey Uther, y como principales lugartenientes al Duque Ulfius y al Duque Gorlois de Cornualles. 10.000 sajones hicieron frente al ejército de Uther, capitaneados por los temibles nobles, el Rey Octa, hijo de Hengest y Eosa el Gigante, que ante todo codiciaban la Espada de la Victoria para hacer compañía al hacha Mendod (la muerte de los hombres), en poder del Rey Octa.
Sir Maurel tuvo que ausentarse por unas terribles fiebres que le dejaron fuera de combate.
Sir Maurel tuvo que ausentarse por unas terribles fiebres que le dejaron fuera de combate.
Al alba, y en las llanuras de Lindsey, se enfrentaron ambos ejércitos, con clara superioridad numérica sajona pero con mejores tropas britonas. La primera carga fue terrible. Un horrible estruendo chocó los ejércitos. Los huesos y la sangre saltában a borbotones. Tan terrible fue que Sir Florence estuvo muy, muy cerca de dejarse la vida en la acometida, pues fue recibido por un terrible hachazo de un enorme berseker que lo desmontó de un mandoble y cayó medio muerto al suelo. A punto estuvo de desangrarse, y sólo la suerte o la voluntad de la Diosa, quisieron que un alma caritativa sacara su cuerpo a rastras de la batalla y le ofreciera primeros auxilios. El resto combatieron con denuedo, y los cuerpos de los sajones fueron cayendo fácilmente.
El siguiente en caer fue el joven e inexperto Rodrick, que a pesar de luchar con ferocidad, fue pronto derribado y tuvo que salir como pudo de la refriega. Al fondo la Espada de la Victoria caía sobre el enemigo sin piedad, mientras Sir Miles y Sir Delivant luchaban con la ferocidad y el valor que les otorgaba su odio hacia los invasores sajones. Poco después Miles fue herido de gravedad en un brazo, y tuvo que salir como pudo, aguantando el dolor y tratando de contener la hemorragia: Gorlois capturaba a Eosa y hacía huir al flanco derecho, mientras Uther y sus caballeros castigaban las huestes de Octa. Poco después Uther hacía retirarse al rey Octa, y Miles, con sumo valor cargó de nuevo contra el enemigo, enfrentándose a dos generales y haciéndose con el estandarte con cabeza de lobo negro. Sin embargo el gran héroe del día fue Sir Delivant, que con terrible furor y temible furia para una persona de su control y temperamento, hundió la espada en el pecho del Rey Octa, derribándolo y dejándolo fuera de combate.
Persecución y muerte. La batalla estaba ganada por victoria aplastante y Octa y Eosa estaban capturados y gravemente heridos.
Tras la gran fiesta de victoria en Lindsey hizo su aparición la belleza de la Duquesa de Cornualles, Ygraine, y con ello los corazones extasiados de todos los presentes, algunos enamorados y otros cuyo deseo no les dejaba ni tan siquiera pensar. Sin embargo el más deseoso de todos era el propio rey Uther, cosa que no pasó desapercibida para Cornwall.
Poco después nuestros caballeros, ligeramente recuperados de sus heridas, acompañaron a la corte del rey a los reinos del norte, visitando a emisarios del Rey Uriens y Lot entre otros. Alcanzaros acuerdos de no agresión que a punto estuvieron de romperse por el intento de asesinato de un hombre, al parecer cercano a Uriens, que trató de asesinar al Uther, salvado en última instancia por Sir Miles.
En Navidad la mayoría de los principales nobles fueron convocados a Londres, y en contra de sus deseos fueron retenidos muchos de los principales nobles, especialmente Gorlois de Cornualles y su esposa Ygraine. Ya para nadie pasaba desapercibido el deseo de Uther hacia la duquesa, y las cosas fueron llevadas a tal extremo que Gorlois tuvo que abandonar en subterfugio y bajo extrañas artes arcanas, la compañía de Uther en Londres para partir hacia su hogar. Uther montó en cólera pues lo consideró un insulto a su personalidad, y de nuevo declaró la guerra a Cornwall.
En el invierno, tanto Miles como Florence contrajeron matrimonio, lo cual fue celebrado por el Conde Roderick con gran pompa en el castillo de Sarum.
Tras este año las cicatríces y el carácter de los caballeros cambió radicalmente, pues la experiencia empezaba a convertirlos en héroes.
Muy bien narrado si señor. Lastima que Sir Maurel tuviera la fiebre esa que dan las ladillas y se pirara a un barco a folletear como si no estuviera bien. Espero que este Jueves no tenga ninguna tecla que tocar, que entre aquella de que estoy en el cine viendo una peli de dibujos y no me he acordado de que hoy se juega a rol y esa del barco de placer yo ya flipo...el más formal empieza a decaer...
ResponderEliminarmuy mueno si señor. Sir maurel por esos mares que nada bueno traen escorbuto,peste,escarlatina bete a saber lo que abra pillado jejejejeje
ResponderEliminarEstoy encantado de haber participado en tan grandiosa batalla, y a pesar de mi inexperiencia en estas lides y aventuras, seguire en la brecha, a la conquista y gloria de mi rey y señor.
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